El perro sigue
obedientemente a su amo por entre los pinos hasta llegar a las vías del tren.
El amo le mete una carta en el hocico y le ordena regresar a la casa, mientras
se acuesta sobre los rieles.
El doberman deja caer la carta y muestra los filosos dientes;
parece sonreír.
Sonia Ehlers
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