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Mostrando entradas de octubre, 2021

Una historia personal

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  D esde la Loma.   De pie, en lo alto de la montaña, el niño vislumbra su futuro. Imagina lugares desconocidos y distantes más allá del horizonte que alcanza con su vista. Piensa en otros niños y en gente adulta que, como él, también han de soñar cosas para su futuro. El lugar que le sirve de dintel para ver e imaginar el panorama; más allá de lo que sus ojos alcanzan, es un lugar conocido. Familiar y muy querido. Rodeado de viejos árboles de ciprés sembrados por manos bendecidas, antaño, una pequeña explanada situada en la cima de la montaña desde donde se divisan, allá abajo, otras montañas que anuncian profundas cañadas entre una y otra. Más allá, entre la bruma de las nubes que comienzan a formarse, se alcanza a ver un horizonte distante que se pierde a la mirada. La “Loma” le dicen todos a ese punto en la montaña. En la “Loma” es común ver a la gente del lugar y a fuereños que lo visitan, pararse allí para llevar su vista y seguro también sus pensamientos a lugares remoto

La partida de Carmelo, el “Meco”

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Por Facebook me enteré de tu muerte, querido Carmelo López, y me sentí desolado. Hace tres o cuatro años en una de las últimas fiestas de La Rial, en Villaflores, me saludaste. Tenía más de sesenta años de no verte y al acercarte y preguntar si me acordaba de ti, mentí por cortesía y contesté afirmativamente; pero la verdad es que no supe quién eras.  Hasta que J J Solórzano me preguntó: —¿Ya saludaste a Carmelo? Él me preguntó por ti. Me llevó contigo y corregí mi error. Te abracé y te pedí mil disculpas. La verdad no habías cambiado mucho, pero es que no te vi en el proceso de arrugamiento. Cuando nos conocimos yo tenía nueve años y vos diez más. Alto, meco, colocho y siempre risueño. A pesar de la diferencia de edades fuímos amigos. Eras el “second” o mano derecha del padre Roberto Trejo en las tareas de la iglesia, yo su monaguillo (monigote decía mi abuela) y su estorbo en las misas. Como si fuera hoy te veo subir al campanario de la vieja iglesia, y si eran repiques a horas inusu