EL ESPEJO DE NATALIA

 


Iba de salida cuando sentí una presencia extraña en la habitación. Miré alrededor. No noté nada fuera de lugar. Me acerqué al ropero y lo abrí para revisar, sólo como medida de precaución. Ahí estaba mi perfume de gardenias en el lugar de siempre. Me puse unas gotas en las sienes. En ese instante, la veo. Se refleja con claridad una niña en el espejo. Lo curioso es que la niña tiene unos aretes parecidos a los míos. Cierro bruscamente el ropero asustada. Salgo corriendo de la habitación sin tener a quien acudir para contarle lo que sucede. La casa está vacía, todos han salido y otros han muerto. Reacciono. Seguramente estoy soñando me digo. Me pellizco para despertar. Estoy despierta. Regreso a la habitación, abro el ropero nuevamente y ahí está ella mirándome. Cuando le doy la espalda me jala hacia el espejo y ahora es ella quien corre a buscar ayuda.

 

Los padres suben a revisar la habitación, sienten un olor a perfume muy fuerte que no reconocen pero no ven a nadie; le dicen a la pequeña Natalia: — Fue un sueño, el espejo que tu padre te piensa regalar todavía no ha llegado de la mueblería, cuando llegue lo instalara en el ropero; mira el regalito que tenemos para tu cumpleaños. Natalia agarra la cajita, la abre y se sorprende, son los mismos aretes de la mujer del espejo.

SONIA EHLERS 

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