Las piernas de Lupita Celeste
Lupita Celeste presumía un par de hermosas piernas que nacían en el tobillo y terminaban en las pompis; dos lindas columnas invertidas del templo de Osirión en Egipto: derechitas, delgadas en el tobillo y que engrosaban conforme ascendían.
Cuando vi a Lupita Celeste, toda ella me gustó: pelinegro, carilinda, cuello‘ecisne, pecho‘epaloma y patijuntas. ¡Sus piernas eran lo máximo! Lucía muy entallados jeans y al ver
la imagen completa, solo atiné a pensar: “Tengo que acariciar esas piernas, costare lo que costare”. La enamoré al estilo de antes: flores, chocolates, paseos al parque, serenatas y cuando nos hicimos novios les dije a sus piernas: “¡Hey! A las dos les digo: ¡Ya llegué ya!
Pero el destino es cruel y veleidoso:
— Nos invitaron a un bautizo en un rancho aquí nomasito —me dijo Lupita Celeste— y voy a ir con mi familia. ¿Nos acompañas?
No, jamás. La presencia de su papá, don Helio (tocayo del gas que en el sol abunda), me infundía temor; temor es poco, ¡pavor!
Don Gas era un tipo robusto, modelo caguamón, pinchi sargento Malpica, mi odiado instructor del Servicio Militar Nacional que me hacía marchar todos los sábados sin importarle que yo anduviese desvelado y crudo. Don Helio me conocía desde que yo era un crío y al verme por su casa pretendiendo a su hija, sentí que adivinó mi pensamiento, y yo el suyo: “¡Te conozco, cabrón, y sé que las piernas de mi hijita te gustan! Pero… ¡Nanay!”.
La mañana del bautizo don Helio trepó a su flamante camioneta a su esposa, a Lupita Celeste y a Heliecito, su hijo varón. El viejo era un chofer muy malo y solía llegar a las fiestas “a medios chiles” (“pa’ no perder el tiempo” —decía). Ese día, se clavó en el primer barranco que encontró. Resultado: dos siniestrados: la Ford Custom que quedó bastante chata y Lupita Celeste con fractura de fémur (el lindo femurcito que sustentaba su linda piernita izquierdita).
La vi ya enyesada: 20 kilos de yeso y 8 kilos de buena pierna. La gente tiene la fea costumbre de firmar sobre el yeso, y algunos hasta ponen versos y chistes: “‘‘Ora si la metiste”, “Así… pata, pata”.
El yeso le impedía asistir a los bailes, pero co o este lo amenizarían los famosísimos Dabky’s, insistió que debíamos ir. Doña Celeste, su mamá, me armó con un banquito de plástico, una almohada y la recomendación:
—Por favor, cuando lleguen coloque la pierna de mi hija en el banquito, pero antes ponga la
almohada.
Y empezó mi chamba:
—“Sube mi pierna”: y 28 kilos subían. “Baja mi pierna”: y 28 kilos bajaban; y otra vez pa’rriba, y otra vez pa’bajo.
Mi diversión esa noche fue escuchar a los Dabky’s cantar: “Quisiera ser para ti como un ramo de jazmín y aromar tus noches de ilusión…” y también el sube y baja del yeso con pierna.
A la semana siguiente la invité al cine. Fuimos los cuatro: Lupita Celeste, banco, almohada y yo. La primera película casi no la vi, pues: “Sube mi pierna y baja mi pierna”. La pierna izquierda estaba bloqueada, la derecha no. Ella se quejaba del yeso:
—¡Siento una comezóóón horrible!
Yo, servicial, le propuse:
— Dicen que cuando no puedes rascar una pierna, a veces ayuda masajear la otra, al parecer hace un efecto espejo. ¿Rasco tu pierna buena?
— Mi papá previó eso y me dio una manita de plástico para que me rascara yo misma pues sabe que eres muy acomedido, pero ¿qué crees? ¡la tiré antes de entrar!: ¡Masajea! ¡Órale!
El efecto espejo funcionaba sólo en los cines; en casa, Lupita Celeste utilizaba la manita de
plástico, pero sin el efecto deseado. Yo estaba muy seguro que don Gas ignoraba mi estrategia hasta que habló conmigo.
— Mi hija dice que eres bueno pa’ dar masajes —empecé a temblar. Ya sentía el primer sopapo—. Mi mamá sufre de reumatismo, casi no camina, tiene noventa años, no te la puedes llevar al cine, así que la vas a tener que cachondear en su casa.
Enrique Orozco González
Glosario:
Caguamón.- Tortuga gigante del tamaño de una cerveza.
Nanay.- Nada hay.
Medios chiles.- Tres o cuatro caballitos de tequila entre pecho y espalda.
Cachondear.- Frenético masaje sensual hasta donde aguante la paciente.
Sopapo.- Golpe tirado con ganas de fracturar tu duramadre, pero le duele más al que lo da, que al que lo recibe.
Dabky’s.- Conjunto musical de moda en los sesenta. Ahí están en el Youtube.
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