Por el ojo de la aguja
Era un asunto de orgullo personal, de independencia, de ser iguales con mi compañera que también había tenido una jornada agotadora. Me dispuse muy en silencio a pegar un botón suelto en el pantalón que quiero usar mañana.
Busqué la caja de costura, elegí una aguja apropiada para poder enhebrarla con destreza, como cuando mi mamá me lo pedía y yo trataba de lograrlo a la primera.
Pero ahora me demoré bastante y mientras le apuntaba al ojo de la aguja, tozudamente, pensaba no me la va a ganar, intentando pases infructuosos y me concentré solamente en ese desafío. Un poco antes de lograrlo, recordé la parábola del evangelio, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a qué un rico de salve.
Estoy salvado pensé porque no soy rico. Y me retruqué a mi mismo, soy rico porque necesito poco. Y pasó el hilo firfilo por fin por el esmirriado agujero de la aguja. Estaba listo para mi cometido y dediqué un par de minutos a reforzar ese botón y mientras lo hacía recordaba el Runrún que hacíamos con botones de abrigo. Así quedó firme para varios meses más mi querido botón y fueron unos quince minutos conversando en distintas dimensiones, reforzando la idea del camello, que no era un animal del desierto, sino una soga que se utilizaba como cordaje en las galeras. El redactor evangelista estaba diciendo algo real.
Una parábola a propósito de
reencontrarse con tus historias, en el estoico esfuerzo de enhebrar una aguja.
Salí contento de mi aventura otoñal y mi querida compañera
no fue interrumpida para algo banal, que para mí ha sido una crónica llena de
humanidad. Buenas noches.
Caballero de la Rosa
Hola, quisiera saber como le hago para enviarles un cuento de mi autoría, saludos de marianela Puebla, marianela_puebla@hotmail.com
ResponderEliminarenvíalo a hnarbona@gmail.com con una breve historia tuya.
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