El trinar del atardecer

 

El trinar del atardecer

Sentada, mirando el horizonte, escucho trinos de pájaros. Melodías invaden el ambiente y su bullicio me hace pensar que el origen de la música está en ese trinar y en el susurro de la brisa que lo acompaña con su compás.                                            

Sorprendida, salto al comienzo de los tiempos y me sumerjo en el mar.  De manera perfecta se conjugó la naturaleza y el cosmos, creando un mundo etéreo e intangible y nacieron reinos diversos que invadieron la tierra. La geografía acuosa y terrestre dio paso a la vida, la fauna y flora llenó de seres únicos por océanos y tierra, para el deleite de nuestra visión. En el profundo océano se guardan tesoros marinos de vida inexplorada, maravillan sus colores, el reflejo azul del cielo, el turquesa que los rayos del sol iluminan con belleza sin igual.    El oleaje construye montañas blancas, espumosas, que rebeldes suben en busca del sol y bajan jugando, dando forma a una caricia eterna y quieta que se posa en la arena como caricia de sal.

Amo el mar por su fuerza y grandeza que se pierde en un horizonte sin límite y atrapa el sol en los atardeceres Infinitos. También guarda esa furia que atemoriza,  su color gris, espejo de las nubes que lo atraviesan y anuncian su llanto de espuma y color.  Entonces, el mar se eriza, salta y pica los roqueríos que lo contienen.

Tierra, eres montañas soberbias, cuna de fuentes de agua que caen como  cascadas, velo inmaculado de tu imponente estructura, hilos de agua que bajan y te recorren,  se transforman en ríos y eres sustento de la vida, Madre Tierra.   El campo nos da la bienvenida con bosques multicolores que albergan en su espesura una fauna diversa y yerbas y flores que tiñen un manto protector de colores y todo es un cuadro pictórico gigante.  En conjunto son un todo, viven crecen en perfecta armonía y condición.       

¡Oh! Allí están las aves, surcando el follaje colorido y sus alas acarician y besan al que será cómplice de su estadía, juntos  sus nidos formarán y en ellos nueva vida crecerá.  El bosque engalanado con la belleza de plumajes y trinos, será música vital que habitará en plenitud y donde la belleza se extenderá.      

De pronto, despierto de mi ensoñación, todo lo escrito en el papel nació al escuchar los trinos de pájaros amigos, que parecían saludarme desde el eucalipto gigante, que lleva 50 años allí, formando parte de mi paisaje y día a día lo veo quieto o bailando al son del viento y con bandadas de aves en su copa. Miles de palabras no alcanzan a describir lo excitante que es convivir con nuestra naturaleza y descubrir en ella, cada día, algo nuevo, entendiendo con dolor que, a través del tiempo, ella ha sido herida en su esencia.  La mano del hombre en su egoísmo, ha depredado y extinguido, causando daño al elemento vital, necesario para nuestra propia existencia.                                                              



Carmen Lobos.

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