El conquistador
Don Ramón era un español de ojos verdes con tez blanca y cabello marrón. Había venido al país centroamericano con la esperanza de mejorar su vida tanto económica como social. Trabajaba muy duro y guardaba todo el dinero que podía. Con los años, pudo adquirir una finca de café y tenía siembras de flores. Tenía ya 48 años de edad y seguía soltero. Por dedicarse tanto al trabajo, no había podido encontrar una enamorada que lo tomara en serio. A él esto no le preocupaba, porque quería estar bien establecido antes de comprometerse con alguna de las jóvenes casaderas. Los sábados eran los días que les pagaba a sus trabajadores. Ver la forma cómo se preparaba para hacerlo, a uno como observador lo sacaba de onda. Don Ramón era una persona muy agradable y verlo sonreír era un placer. Eso sí, verlo enojado era simplemente incómodo. Decía las palabras más ofensivas que jamás había escuchado. Es más, hasta agarraba el disgusto con Dios dirigiéndole toda clase de improperios. Yo estaba d